un batido para dos.

Es uno de esos días en los que me pregunto si todo lo que hago, realmente sirve de algo. Y me respondo a mí misma: vamos, has conseguido mucho más de lo que esperabas sin mover un dedo... imaginate a donde puedes llegar si le pones ganas, tonta. Y eso me gusta. Me gusta saber que puedo rozar con la yema de los dedos todo lo que hace tiempo solo eran sueños. Por qué negarlo; me encanta, me encanta saber que soy mejor que ayer, y que posiblemente, también soy peor que mañana. Me encanta saber que a pesar de todo, tengo a mi lado gente que probablemente no me merezco. Y me gusta saber que dan la cara por mí, que están ahí cuando los necesito. Y que son más de los que yo creía. Me gusta pensar que tal vez, todo ese apoyo me lo haya ganado a pulso. Tal vez. Y cuando paso por un mal momento, cuando parece que es el fin del mundo, cuando tengo ganas de desaparecer, cuando no hay nadie a mi lado para abrazarme y decirme que todo pasará, cuando el cielo se ve gris aunque sea más azul que nunca... entonces, es el momento que mas me gusta en el mundo. El momento en el que me digo: vamos, mañana será otro día. Y sonrío por un instante, antes de volver a hundir la cara en la almohada y subir el volumen a los cascos para poder sentir que realmente estoy fuera del mundo, aunque solo sea hasta mañana...





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Que es en esa playa donde quiero estar, y sobre tu espalda un mapa dibujar... para volverte a encontrar.